Las huellas del cambio climático en nuestro planeta
ILUSTRACIÓN POR DANIELA KAYANI RANGEL LÓPEZ |
POR MARÍA GUADALUPE NÚÑEZ DÁVILA Y
ENID ALEJANDRA OVALLE NOGUEZ,
ESTUDIANTES DE BIOLOGÍA, UNAM
El cambio climático es un tema de interés público y es tan cotidiano que lo escuchamos constantemente en la televisión, en los periódicos, en la escuela o como un tema de conversación habitual, pero aun teniendo mucha información a la mano, pocos son los que podrían decirnos, qué es, qué lo está causando y cómo podría afectarnos.
Este problema global, no es más que una variación significativa en las medidas del clima durante un periodo prolongado (EPA, 2020) y aunque esto suena alarmante, es un
proceso que sucede de forma natural y que ha sucedido en muchas ocasiones a lo largo de la vida de la Tierra. Si bien es cierto que este fenómeno es completamente normal, ya sea por cambios en la intensidad del sol, erupciones volcánicas, o cambios en la órbita de nuestro planeta, uno de los principales factores de la aceleración de éste es la emisión de gases de efecto invernadero provenientes de actividades humanas. Su impacto ha sido tal, que podemos hablar de una sexta extinción masiva, la cual afectaría la ecología, la diversidad y distribución de otros seres vivos.
La aceleración del cambio del clima es un problema con características únicas. Las consecuencias que tendrá serán a largo plazo, y además influirán en las interacciones ecológicas (Martínez y Fernández, 2004). Este cambio es periódico; lo podemos saber gracias a que se tiene registro del clima de la Tierra desde hace aproximadamente 150 años, pero hay evidencia, desde antes de que el humano hiciera sus registros, de cambios climáticos a lo largo de la historia del planeta Tierra (Isaza y Campos, 2007). Algunas de estas evidencias son:
- Núcleo de hielo: el hielo que se encuentra en las zonas polares tiene burbujas de aire atrapadas en él desde hace miles y miles de años. Cuando se estudian los gases de dichas burbujas se puede saber sobre la temperatura del pasado (Isaza y Campos, 2007).
- Anillos anuales de los árboles: los árboles crecen de forma anual, esto es visible en su madera a forma de círculos en sus troncos, los cuales conocemos como anillos. El diámetro de estos nos provee información de cómo fue el clima en ese año. Debido a que hay árboles que que pueden vivir por cientos de años, son una gran fuente de información (Isaza y Campos, 2007).
- Fósiles: las especies de animales indican que vivieron en ciertos lugares y en cierta época. Cada especie de animal tiene requisitos casi específicos de alimentación y temperatura (Isaza y Campos, 2007).
- Núcleos sedimentarios: un pilar de sedimentos en un lago tiene granos de polen en cada uno de sus estratos, y entre más profundo sea cada estrato, más antiguo es. Un grano de polen es capaz de ofrecer información sobre cada especie de planta. Esto es de interés porque cada planta tiene requisitos de temperatura particulares (Isaza y Campos, 2007).
La combinación de las distintas condiciones climáticas determinan dónde pueden vivir los organismos. Cuando existe un cambio en una de estas variantes se puede ver cómo algunos de nuestros
organismos se encuentran en condiciones repentinamente hostiles, y otros donde las condiciones han cambiado a su favor, esto provocará cambios en la distribución de nuestras especies.
El clima del pasado
Una prueba de que el clima cambia, y que con él la distribución de las especies, es la existencia de los periodos de glaciación e interglaciares, que se dieron durante la era del Cenozoico y que son producto de los ciclos astronómicos de Milankovitch. Dichos ciclos tienen en cuenta variaciones de tres factores de la órbita terrestre, tales como la excentricidad, la precesión y la oblicuidad; estos factores provocan que cada miles de años, una cantidad mucho menor de radiación solar llegue al planeta, y en consecuencia haya un enfriamiento del planeta y el inicio de una glaciación; dichas glaciaciones suelen durar unos 100,000 años y los ciclos interglaciares unos 10,000 (Alberola, 2013).
Las glaciaciones trajeron consigo grandes extinciones y como contraparte los refugios pleistocénicos ayudaron a que algunas especies de distintos reinos biológicos lograran sobrevivir y se pudieran adaptar.
Si bien no todas las extinciones están relacionadas con cambios climáticos, los cambios importantes en el clima a menudo vienen con grandes cantidades de extinciones. Gracias a estimaciones, se puede saber que nos encontramos en una transición a la sexta extinción masiva. La extinción natural indica que de un millón de especies, entre 0.1-1 especies se extinguen cada 100 años, mientras que las tasas actuales hablan de una extinción 6,500 veces más acelerada, logrando concluir que estamos en transición a la última gran extinción.
Cambio climático y actualidad
Como ya está ampliamente difundido, todos sabemos que el cambio climático se da gracias a la acumulación de gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera, los cuales no permiten salir a la radiación solar que nos llega, provocando el aumento de la temperatura global. Este cambio es conocido como calentamiento global, pero si este cambio es constante nos conduce al cambio climático. Cabe recalcar que no todo es malo en el efecto invernadero y en sus gases, ya que si estos no estuvieran presentes en la atmósfera, la temperatura promedio de nuestro planeta sería de -17°C (Tuckett, 2016).
El clima nunca ha sido fijo en el planeta Tierra, pero es necesario conocer que el hombre, sobre todo, es una de las causas más importantes de la aceleración del cambio climático. Si tomamos como factor los ciclos de Milankovitch, no podrían ser la causa porque estos períodos tienen cientos de años de por medio, entonces un cambio de solo unos 100 años no estaría influenciado por ellos (Berger, et al., 1991). Tomando en cuenta la actividad volcánica, se sabe que tampoco es del todo parte del problema, debido a que los gases de efecto invernadero que emite el ser humano con comparación de los volcanes es 60 veces mayor (Scott & Lindsey, 2016). Aunado a esto, el sol no podría ser uno de los causantes, porque se ha medido la radiación solar en los últimos 30 años y los datos sostienen que esta no ha cambiado. Retirando todas estas variables solo queda la emisión de gases de efecto invernadero por la actividad humana “como causante”, la cual aumentó drásticamente con el comienzo de la revolución industrial, donde los niveles de dióxido de carbono en 1750 era de 280 partes por millón (ppm), en el 2005 era de 380 ppm y el 2019 rebasamos el punto crítico, llegando a la 400 ppm (CPW, 2020; NGS, 2019). La última vez que se vio dicha concentración de dióxido de carbono fue durante el Plioceno hace más de 3 millones de años, donde la temperatura promedio de la Tierra era de entre 2-3°C —más alta que la actual— y el nivel del mar era 9 metros más alto que el actual (NGS, 2019). Las cartas son claras: quien está provocando el cambio climático somos nosotros y debemos hacer algo ahora.
Ahora que se sabe que el cambio climático es una realidad y nuestro estilo de vida es el causante de ello ¿De qué nos sirve enfrentar el problema? El que siga aumentando la temperatura podría traernos consecuencias catastróficas, ya que al deteriorar las condiciones del ambiente, nos volvemos más propensos a desarrollar enfermedades, lo que dificultará la prevención y tratamiento, viéndose amenazados los sistemas sanitarios, por ejemplo. Ligado a estos problemas, se habla de grandes migraciones asociadas a fenómenos meteorológicos extremos y al aumento del nivel del mar, el cual provocará la inhabitabilidad de zonas que en la actualidad están ocupadas, cosa que no está muy lejos de nuestra realidad. Datos de la ONU nos hablan que de los 17,7 millones de migrantes registrados por la Organización Internacional para las Migraciones hasta septiembre del 2018, el desplazamiento de 2 millones se debía a fenómenos meteorológicos. Si esto nos parece poco, los fenómenos meteorológicos vendrán acompañados de grandes sequías, escasez de alimentos y pérdidas del acceso a bienes como la vivienda o el agua potable (ONU, 2019; Villanueva, et al, 2019).
El cambio climático no solo nos afecta a nosotros, con ello nos llevamos a miles de especies con las cuales compartimos nuestro hogar. Un ejemplo de cómo el cambio climático repercute, es la situación
en nuestro país, México, donde sólo se conoce una fracción total de las especies que existen en el país. Aunque no se conoce del todo la biodiversidad del país, se reconoce una riqueza natural muy grande, riqueza que se está perdiendo con el aumento en la tasa de extinción de especies respecto a la pérdida natural (Martínez y et al, 2014). Es decir, la velocidad con la que se extinguen las especies de forma natural, se está quebrantando por el cambio climático, porque se extinguen más de las que deberían. Por otro lado, si tomamos en cuenta que tan solo en nuestro país se tiene registro de 94,412 especies, y que a nivel mundial este número representa el 8.59% (Martínez y et al, 2014), la situación suena muy alarmante.
Desglosando los datos, en México para el año 2014, se habían extinto 135 especies, las cuales incluyen 26 especies de plantas, 15 de mamíferos, 19 de aves, 43 de peces, 29 de anfibios y 3 de crustáceos (Martínez y et al, 2014). Esta pérdida es definitiva por el hecho de que eran exclusivas en ese lugar, es decir, eran especies endémicas.
Conclusión
La biodiversidad es dinámica, está en constante evolución, nos asegura un equilibrio en los ecosistemas de todo el mundo. Además, el hombre depende de ella y de su equilibrio para sobrevivir. La biota es esencial en nuestro planeta Tierra, es única e irremplazable. En nuestras manos está su extinción, y ligada a ella la nuestra. El cambio climático es un hecho y es algo que ya no podemos detener, pero en nosotros están las acciones necesarias para poder mitigar las consecuencias que tendrá no solo en nuestro estilo de vida, sino en el de todo ser vivo. No solo basta con exigir a nuestros gobiernos que sean ecológicamente responsables o exigirles a las empresas productos más amigables con el ambiente, necesitamos un cambio de mentalidad, donde comencemos a considerar nuestra huella ecológica, ya que de no hacerlo, el futuro no suena muy prometedor. 🌎
Referencias
- Alberola, A. (2013). Clima, naturaleza y desastre. España e Hispanoamérica durante la Edad Moderna. PUV, Universidad de Valencia. España. Recuperado el 5 de abril de 2020, de: https://bit.ly/2TAsEKz
- Climate Policy Watcher. (2020, abril 10). The warming Effects of the Industrial Revolution - Global Temperatures. Recuperado 10 de abril de 2020, de: https://bit.ly/2Xw6kD8
- Coppini, M. (s. f.). Calentamiento global, cambio climático y efecto invernadero. Recuperado 9 de abril de 2020, de https://bit.ly/3emuk2z
- Environmental Protection Agency, Ireland. (s. f.). What is climate change? Recuperado 5 de abril de 2020, de https://bit.ly/36yIFX0
- Isaza, J. y Campos, D. (2007). Cambio climático. Glaciaciones y calentamiento global. Fundación Universidad de Bogotá. Bogotá, Colombia. Recuperado el 8 de abril de 2020, de https://bit.ly/2Xy7DBs
- Martínez, J. y Fernández, A. (2004). Cambio climático: una visión desde México. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Instituto Nacional de Ecología. Coyoacán, México. Recuperado el 5 de abril de 2020 de https://bit.ly/2AamKJi
- Morrone, J. y Llorente J. (2003). “Una perspectiva latinoamericana de la biogeografía.” Las prensas de Ciencias, D.F., México. 155 p. Recuperado el 8 de abril de 2020, de: https://bit.ly/3efGgmD
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- Organización de las Naciones Unidas. (2019, abril 1). Miles de muertos, millones de desplazados... los efectos del cambio. Recuperado 10 de abril de 2020, de https://bit.ly/2XsXOot
- Revelle, R. (1982). Carbon Dioxide and World Climate. Scientific American, 247(2), 35–43. doi:10.1038/scientificamerican0882-35
- Roca Villanueva, B., Beltrán Salvador, M., & Gómez Huelgas, R. (2019). Cambio climático y salud. Revista Clínica Española, 219(5), 260-265. https://doi.org/10.1016/j.rce.2019.01.004
- Scott, M., & Lindsey, R. (2016, junio 15). ¿Qué emite más dióxido de carbono? ¿Los volcanes o la actividad humana? Recuperado 9 de abril de 2020, de https://bit.ly/2yy67XN
- Tuckett, R. P. (2016b). The Role of Atmospheric Gases. Climate Change, 375-397. https://doi.org/10.1016/b978-0-444-63524-2.00024-5
- World Meteorological Organization.(2019, diciembre 13). Recuperado 9 abril de 2020, de https://bit.ly/3gfK9cW
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